Preparación:
El cordero deberá aromatizarse con las hierbas, dejamos que macere con una cucharada de tomillo y orégano, acompañadas de la sal y la pimienta correspondientes. Añadimos un poquito de aceite para que se impregne bien de todos estos sabores. Seguimos con las verduras, en este caso, pelamos y troceamos las cebollas, las zanahorias y el pimiento verde. Estos tres ingredientes serán los encargados de convertirse en la base de un sofrito maravilloso. En una sartén con un poco de aceite, sellamos bien las piezas de carne, nos interesa que el cordero quede dorado por fuera y tierno por dentro. Este paso es importante, la estrella del plato debe quedar perfectamente cocinada. En el mismo aceite incorporamos las verduras, la cebolla en primer lugar, acompañada de los ajos dorados y pelados. Cuando estén pochados, incorporamos las zanahorias y el pimiento. Dejaremos que se vayan cociendo. Mientras pelamos y cortamos en dados los tomates. Añadimos directamente al resto de los ingredientes, corregimos de sal y pimienta, contrarrestando la acidez de este alimento. Rehogamos hasta que empiecen a soltar su jugo. Ponemos unos granos de pimienta al gusto y las hojas de laurel, incorporamos directamente los vasos de vino. Este ingrediente es el más indicado para que la carne quede más tierna. Cuando haya reducido el vino, ponemos el caldo y dejamos que se acabe de cocinar. El cordero suele tardar unos 40 minutos a estar totalmente cocinado. En ese tiempo toda la cocina quedará aromatizada con ese olor a guiso tradicional tan característico. Una vez listo lo servimos con un poco de pan y unas patatas para acompañarlo.
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